La bronquiolitis es una infección vírica que afecta a muchos niños durante los meses de frío. Algunos tan sólo experimentan los síntomas de un leve catarro, pero para otros la bronquiolitis puede llegar a ser algo más serio, incluso llegando a necesitar ingreso hospitalario.
Las bronquiolitis suelen comenzar con moquetes líquidos y transparentes, irritabilidad, malestar general y quizá algo de febrícula.
Estos síntomas son comunes a los de un catarro de vía alta y tan solo podemos esperar y ver la evolución. Es a las 24-48h de este inicio cuando suele aparecer la típica tos de la bronquiolitis que tanto asusta. Esa tos aguda, seca e insidiosa tan característica. Es ahora cuando debemos vigilar al niño con más detenimiento y ante la duda acudir al pediatra. Si es un niño que ya ha sufrido más bronquiolitis o hiperreactivo, probablemente sea el momento de empezar con la medicación de rescate, pero siempre será el pediatra quien lo prescriba.
Las siguientes horas serán determinantes porque es cuando puede aparecer la temida dificultad respiratoria.
La vía respiratoria más pequeña, el bronquiolo, se inflama debido a la infección y se colapsa. Las tos se agudiza, al niño le cuesta respirar, la frecuencia respiratoria aumenta y aparece el tiraje. Vemos como las costillas y el abdomen llevan ritmos diferentes durante la respiración. La tripita sale mientras que las costillas se hunden, se marcan los espacios intercostales o se hunden las zonas por encima de las clavículas y el esternón en el cuello. Si la obstrucción continúa, los músculos respiratorios se cansan y no son capaces de generar una respiración eficiente. Los niveles de oxígeno en sangre disminuyen y puede aparecer palidez y lo que llamamos cianosis, la coloración azulada de labios, uñas y alrededor de los ojos. Si estos síntomas aparecen así como somnolencia o irritabilidad excesiva o languidez se debe acudir a urgencias de inmediato.
Si en algún momento de todo este proceso el niño dejara de comer, sobre todo lactantes, o de beber, también deberíamos llevar al niño al pediatra o incluso a urgencias porque es frecuente que niños muy pequeños puedan llegar deshidratarse.
Lo habitual no es llegar a este extremo, sino que la infección se quede en tos, malestar, congestión nasal y quizá algo de dificultad respiratoria leve.
Poco a poco los síntomas irán desapareciendo, aunque la tos pueda perdurar incluso durante semanas. Pero no será tan seca y aguda como al inicio y se irá tornando más grave y productiva. Es en este momento cuando os recomendamos hacer Fisioterapia Respiratoria (puedes leer nuestro artículo sobre por qué hacer Fisioterapia Respiratoria a un niño con mocos).
Aunque toda esta retahíla de síntomas pueda llegar a asustarnos, debemos mantener la calma y el sentido común. Ni todos los niños llegan a sufrir una bronquiolitis grave ni todos reaccionan igual ante la misma infección. Nuestra recomendación es acudir al pediatra ante cualquier duda. Nadie mejor que él podrá ayudaros. Si quieres, también puedes leer nuestro artículo titulado “10 cosas que puedes hacer si tu hijo tiene bronquilitis” que te ayudará en estos momentos durillos.
Esperamos que te haya gustado este artículo y te invitamos a que nos cuentes tus experiencias con la bronquiolitis.